Yo soy la Conciencia Crística que mora en tu corazón y hoy hablaré acerca de los pétalos del amor.
El amor es como una flor de múltiples pétalos, ellos conforman una unidad y un círculo, éstos nacen de un núcleo, el núcleo divino que Eres. Cada pétalo es importante y necesario y ocupa su lugar para dar forma a esa flor, a su belleza, su equilibrio y armonía.
La compasión, la firmeza, la ternura, la fe, la confianza, la integridad, la inocencia, la gracia, la dicha, la empatía, la paz, la radiancia, la alegría, la entrega, el éxtasis, la paciencia, la dulzura, la generosidad, la belleza y tantas otras cualidades son pétalos que forman parte de esa flor.
Observa en las dimensiones de tu Ser cómo se encuentra la flor de tu amor. esa flor necesita riego, aire, nutrición, buenas condiciones en su suelo, un ambiente cuidado, el amor necesita amor para crecer. Al mismo tiempo, la flor del amor es inmortal y eterna, no tiene principio ni fin porque está más allá del tiempo y del espacio, está más allá de las leyes de la Tierra donde todo es perecedero.
Esta flor tiene raíces en el infinito y en lo eterno que Eres. Cultiva esa flor, reconócela en ti, siéntela en ti. Puedes sentir sus raíces afincadas en la tierra, puedes sentir su tallo, sus hojas, todo lo que le da un marco de sostén para que pueda florecer, expandirse, esparcir su aroma, su cualidad particular, su esencia, su fragancia única. Deja que esa flor crezca en ti y se multiplique. Permite que esa flor esparza sus semillas.
Observa si sus pétalos están enteros y tersos o si alguno de ellos se encuentra dañado o abatido. Alisa con tu intención cada pétalo, para que recupere su tersura, su suavidad y su integridad. Siente la flor que eres, siente el amor que eres y mírate con esos ojos. Deja que la ternura tenga un suelo firme en donde apoyarse, permite que la suavidad y la firmeza le den sustento a esa flor.
Siente tu propia fragancia y confía en ella, déjala crecer, déjala existir. Tu fragancia es única e irrepetible, y aquí estás para que Sea. Deja que tu perfume original recupere su pureza y su inocencia, reconoce tu pureza esencial y ánclala en tu vida.
Que la flor de tu amor florezca y crezca, recíbela y dale un espacio apropiado para que pueda desplegarse y encontrar su lugar en la vida y en el mundo. Permite que esa unicidad que eres forme parte del Todo, permite que se sienta parte, como lo es un pétalo en una flor.
Tú eres el pétalo y eres la flor. Tú eres la raíz y el tallo. Tú eres las hojas y la corola. Reconoce cada parte en ti, es esencial que la reconozcas, que te reconozcas en tu esencia, que puedas ver tu verdadero rostro, sólo tú puedes hacerlo para que esto se ancle en tu vida y traiga sus frutos, los frutos de tu magnificencia, los frutos y las semillas de la flor que eres y que has venido a ser.
Ocupa tu lugar, tu específico lugar en el mundo. En la medida que te mires bajo esta luz, con los ojos del amor, podrás reconocer tu magnificencia, podrás permitir que tu brillo exista, podrás amarte completamente y apreciar cada aspecto de ti. Eres perfecto, eres la belleza.
Permite que la flor que eres se refleje en tus actos, en tus relaciones, en la forma en la que te miras y miras el mundo y la vida. Observa cuáles son los pensamientos y las actitudes que obstruyen que reconozcas la flor del amor en ti. Esos pensamientos y actitudes son como venenos que dañan tus preciosos pétalos, que contaminan la tierra en la que te nutres, te hacen marchitar. Pero la flor que eres tolera toda clase de embates y puede recuperarse y regenerarse una y otra vez si tú decides darle el alimento que necesita, darle el clima que necesita, brindarle el cuidado que necesita para permanecer radiante y conservar su tersura, esa es tu mejor contribución.
Obsérvate en el día a día, dar al mundo es dar esa flor que eres y para ello necesitas cuidarla, conservar su belleza y darle existencia. Dar al mundo es ser quien eres, no es un lugar de esfuerzo, es un lugar de plenitud.
Inspírate en la imagen de la flor, visualízate como esa flor, reconoce esa flor en ti, déjala emerger, crecer y elevarse hacia el sol mientras ancla sus raíces firmemente en la tierra y busca los nutrientes que necesita. En la medida que permanece fuerte no habrá plagas que la azoten ni venenos que la marchiten. Nada podrá apagar su esplendor, pero de ti depende, sólo de ti. Esa flor está a tu cuidado exclusivamente, podrás recibir ayuda, podrás recibir cuidados de tu entorno, podrás recibir guía, pero hay algo que es ineludible: tu propia elección.
Deja que tu flor brille, permite que el infinito que eres ocupe su lugar en el mundo y haga su propia contribución desde ese lugar de existencia plena, desde esa plenitud.
Te amamos y te bendecimos, recibe este mensaje, déjalo entrar en ti como un riego necesario, como esa gota de rocío, recibe nuestras bendiciones y no lo olvides, esa flor que eres está a tu cargo, esa flor que eres es tu tarea.
ESE AMOR QUE ERES, ES y SERÁ LO QUE ES. SÓLO DÉJALO SER, ESO ES TODO.
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