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Tu alma te habla a través del cuerpo

Soy la Conciencia Crística hablando en tu corazón.

Tu alma te habla a través del cuerpo. Si entras allí y escuchas, encontrarás muchas respuestas acerca de tu verdad interior, acerca de tus tesoros y de todo lo que se encuentra oculto en ti.


Cada síntoma puede ser una puerta que te conduzca a una nueva vida. Cada dolor, cada tensión, cada zona entumecida tiene un mensaje para ti que es necesario que escuches y que honres.

Tu cuerpo tiene muchas llaves y portales a la alegría y al gozo, pero la cultura te ha enseñado durante milenios a negarlo, a negar la naturaleza, a querer conquistarla, doblegarla, someterla a tu voluntad, a tus supuestas conveniencias. Fuiste entrenado a ser una maquinaria de un sistema que hoy se está resquebrajando y que demostró ser una ilusión, mucha gente está empezando a darse cuenta de esto, es una caída dolorosa pero necesaria.


Aprender a honrar el propio cuerpo es aprender a honrar la naturaleza y la vida, es aprender a honrar a Gaia y escuchar su llamado. Su llamado es hacia la plenitud y la alegría. En tu cuerpo encontrarás esa senda, no la busques en tu cabeza, no está en tus pensamientos, tampoco está allá en el futuro, está aquí y ahora cuando respiras.


En cada una de tus respiraciones habitas tu espacio, habitas tus piernas, te enteras de que están allí, habitas tus pies y te enteras de que están posados sobre el suelo, un suelo que te sostiene si le das la posibilidad, sueltas el control y te animas a confiar en que hay una vida que sostiene y te recibe, en que ya no necesitas ser una máquina ni un robot programado para obedecer. Esto no significa que te vuelvas rebelde, sólo significa que seas libre y que trasciendas tanto la rebeldía como el sometimiento, que no son más que las dos caras de lo mismo.


Ahora continúa, sientes tus pies tocando el suelo, permíteles que descansen, que se apoyen, que se disuelvan en la tierra, que puedan echar raíces, raíces que se expanden y se afianzan, raíces que te traen firmeza y nutrición, raíces que te traen sostén real y descanso.


Siente tus piernas dejarse sostener y cesar toda lucha. La supervivencia ya no necesita ser más una lucha, sino una entrega a formar parte de la vida, a salir del aislamiento y sentirte parte del Todo, así, sintiendo tus raíces afincándose en la tierra, siendo parte de la Tierra, como lo es un árbol, como lo es un río. Sé ese árbol y ese río, deja que ese sentimiento te guíe y te conduzca a tu destino real para que te ayude a olvidar y dejar atrás tu identidad de maquinaria.


Siente tu pelvis ahora, respira profundo y mira lo que encuentras allí. Siente la base de tu pelvis, observa si estás habitando esa parte de ti o si esta anestesiada y entumecida. En ese caso, tienes un mensaje de que no estas habitando ese espacio, allí donde no habitamos, algo ajeno a nosotros ocupa ese lugar, entonces allí has perdido tu soberanía, tu propio espacio. Tu lugar en el mundo está en tu cuerpo, ese es tu primer lugar a tomar y habitar. Siente lo que hay allí en tu pelvis, entérate sin rehuirle, si es que has abandonado pedazos tuyos, aspectos de tu alma, facetas de tu alegría. Ve a buscarlos, aunque duela el recorrido, aunque encuentres un baldío, asume ese territorio como propio, es tu responsabilidad ocupar tu verdadero espacio. Empieza por tu cuerpo y el resto vendrá solo, va a ser una consecuencia, un simple espejo.


Ahora sigue observando, cómo está tu plexo solar, la zona de tu estómago ¿Qué encuentras allí? Cuando respiras ¿Qué sensaciones te llegan? Puedes bienvenirlo todo. Dale la bienvenida a todo lo que encuentres allí, simplemente porque muestra tu realidad, tu verdad del momento. Tu cuerpo siempre te mostrará verdades muy simples y profundas.


Ahora observa tu pecho, toda tu caja torácica. Cuando respiras ¿Qué información te llega? Registra cualquier tensión, obstrucción, peso, y permanece allí acompañando, aprendiendo a permanecer en los lugares incómodos, eso creará sostén y soberanía. Esa es la forma de ocupar tu espacio en la vida y en el mundo.


Siente tus hombros y tu espalda ¿Qué hay allí? ¿Qué sientes y cómo los percibes?

Deja que la respiración disuelva la anestesia y te ayude a mover todo lo que esté allí cerrado, arrumbado, detenido o congelado.

Deja que la percepción de tu tórax te lleve a tus brazos y tus manos ¿Cómo los sientes? ¿cuán abiertos o cerrados están? Siente la simple presencia de estas partes de ti.


Es importante que trasciendas la tendencia de ver a tu cuerpo como una máquina que obedece a tus órdenes, esa es la caída del viejo paradigma que se está disolviendo en estos tiempos en el mundo. Este es el fin del patriarcado y tampoco será un matriarcado.

Lo que necesita venir al mundo es la unión entre lo femenino y lo masculino en cada ser, en cada aspecto de la vida, cada uno va a ocuparse de traer esta unión en sí mismo. Si te tomas el tiempo de mirar en tu cuerpo, este trabajo lo estás realizando casi sin darte cuenta, uniendo tu mente con tu espacio corporal, con tus emociones, con tu alma. De eso se trata disolver las escisiones.


Tu cuerpo no es una máquina, es tu templo, es tu espacio sagrado, así como lo es Gaia con sus ríos, sus planicies y montañas, sus desiertos y mares. No están para tu provecho, no están para ser explotados, están para mostrarte que son parte de ti, al igual que tus venas, tus arterias y órganos, tus músculos y tus huesos.

El nuevo paradigma requiere de esta conciencia de unidad. Si haces esta tarea consciente con tu cuerpo, lo estás haciendo con Gaia, con la vida, con el Todo. Tu cuerpo es tu pedacito de Gaia, eres una célula de ese organismo, de esa belleza, de esa perfección y de ese amor.


Se han vivido milenios explotando al cuerpo y a la Tierra, considerándolos un objeto de uso y de provecho egoísta, este ha sido un gran mal entendido que trajo mucha destrucción y sufrimiento, tanto al perpetrador como al perpetrado, sin excepción.


Ahora respira y continúa tu viaje, vuelve a sentir tus pies y tus piernas, tus raíces que te unen a Gaia, siéntete parte de todo, parte del suelo, parte del espacio y del territorio, ábrete a sentir la unidad de todo lo que existe, incluyéndote a ti.


Siente tus piernas y tu pelvis, permite que el río de la vida circule libremente a través de ti. Dondequiera que encuentres obstrucción, es tu tarea retirarla con amabilidad, comprensión y conciencia, entendiendo de qué forma está hecha, para qué estuvo allí, de qué te defendió. Poco a poco llegarás a sentir que ya no es necesaria esa obstrucción, que puedes vivir sin ella, que ya no te protege de nada que sea verdaderamente real.

Este es un recorrido a hacer, requiere de un tiempo y de un compromiso contigo mismo.


Sientes ahora tu pelvis y sigues por tu plexo, integras tu pecho, tus brazos y tus manos. Ahora entras en contacto con tu cuello y tu garganta. Observa qué hay allí, cuán libre o atascada se encuentra esa parte.

Respira. ¿Cuánto de tu voz expresas o callas?

Tu tarea será enterarte de esto y luego hacer el recorrido de ir soltando cada uno de esos límites a medida que vas comprendiendo, abrazando tus miedos, dejando atrás tu historia, las viejas memorias de pasados remotos o recientes.

En tu cuerpo yacen memorias muy antiguas, desde el comienzo de los tiempos. En tu cuerpo, en tu campo electromagnético hay muchos secretos guardados.


Ahora mira la base de tu cráneo, tu cabeza, tus mandíbulas, tus dientes, el contorno de tus ojos y la frente ¿Qué información llega de allí? ¿Cómo experimentas este espacio?

Respira e integra cada parte y fíjate si puedes sentir el cuerpo en su totalidad, como un todo, como una sola célula.


Ahora ve un paso más allá. Si puedes llegar a sentir tu campo electromagnético, tu aura, ese espacio que está más allá del cuerpo físico. Si te llega alguna sensación, percepción. Respira y permite que tus cuerpos se expandan, se unifiquen. ¿Qué sientes cuando haces esto? ¿Cuál es tu experiencia?


Permite que tu campo aural sea parte del aire, parte del espacio que habitas, parte de la ciudad en la que vives, parte del país…del continente…del planeta…del sistema solar…de la galaxia.

Siéntete parte de la galaxia en la que vives y recuerda que hay muchas más galaxias flotando por el universo, eres parte de ese inmenso Océano. Siente tu cuerpo mientras tomas contacto con la percepción de esta realidad, con la percepción de que eres parte de la galaxia y del universo con todas sus galaxias, estrellas, planetas, partículas y soles. Siente esa inmensidad mientras respiras en tu espacio en el cuerpo, vuelve compatibles estas dos visiones porque son la misma.


Puedes sentir las galaxias y el universo dentro de tu cuerpo y comprender de qué se trata la unidad, no como un concepto teórico, sino como una experiencia irrefutable.


Recibe todas las bendiciones y todo el amor que te rodea y que eres, ábrete a sentir la sustancia del amor en cada una de tus células y en todas partes.


Tú eliges siempre el dial en el que te sintonizas, en qué dimensión y realidad deseas vivir. Usa tu dial con criterio y sabiduría.

Te amamos y te bendecimos. Aduéñate de la paz que puede ser una realidad si te das el espacio de encontrarla.


1 de mayo de 2021






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